REFLEXIONES DESDE PRISIÓN SOBRE NUESTRA FALTA DE DERECHOS (Por Francisco Javier Pérez Muñoz)
Nota de Nieves Moreno, administradora del Blog: Aunque concebí esta rudimentaria página para denunciar públicamente el atropello que la justicia ha cometido con mi hijo Miguel Ángel, he considerado interesante dar voz a otros hombres que también cumplen condena por motivos similares, como en este caso, Francisco Javiér Pérez Muñoz. Como defensora de la libertad de expresión, me veo en la obligación moral de publicar sus artículos tal cual los he recibido. Esto no quiere decir que los puntos de vista expresados en ellos coincidan completamente con los míos.
Reflexiones desde prisión sobre nuestra falta de derechos (Por Francisco Javier Pérez Muñoz)
Quiero dejar muy claro que tanto esta página wed http://nievesmoreno.blogia.com, como yo, somos sensibles al maltrato y condenamos enérgicamente a sus autores, sean hombre o mujer. Pero también somos sensibles y reprobamos hasta la extenuación determinadas injusticias, como que España camine irremisiblemente hacia la cifra de cinco millones de desempleados, con el triste record, o liderato de la Unión Europea, doblando su media y tendiendo al 40 por ciento de los jóvenes en paro. Son 700.000 los jóvenes que ni estudian ni trabajan y que pertenecen a esos 9 millones de hogares que hacen equilibrios en el frágil umbral de la pobreza. Por cierto, nuestro porcentaje de desempleo femenino jamás había sido tan elevado.
Aunque la injusticia a la que me quiero referir en este artículo (ya que me encanta escribir opiniones y observaciones, añadiendo mis sugerencias para toda la gente que las lee) es la anticonstitucionalidad de que los mismos hechos supongan un delito para el hombre y una falta para la mujer. Me resulta agobiante y patético (lo que más, ahora mismo) que todos los días se estén pisoteando los derechos de un tipo de ser humano, en concreto, el varón. Resulta ya de vergüenza tanta acusación infundada, y tanto empañar la honestidad de lo masculino. Me gustaría no tener que escribir esto, pero lo considero necesario después de haber comprobado esta tragedia en primera persona y en tantos y tantos casos que he conocido en la cárcel.
Si no es uno seguidor de blogs como este, dificilmente puede entenderse este atropello hacia el varón esta burocracia en que se ha convertido el dejar huérfanos a unos niños, el servilismo del poder hacia toda esta suerte de asociaciones hembristas que destilan odio e intolerancia, resentimiento hacia todo lo que huela a macho.
Supongo que después de año y medio escribiendo en este blog de Nieves Moreno, ustedes saben que me encuentro en prisión. Bien, pues hace unos días, otro recluso me comentó que el Sr. Educador de su módulo le realizó la protocolaria pregunta de qué delito había cometido. Él respondió que estaba aquí "por devolverle una guantada" a su pareja, la cual lo había agredido previamente. Pero el educador le respondió que esa reacción, le gustase o no, era violencia de género. Me parece dezlenable. O sea, que la mujer tiene derecho a maltratar al varón y él tiene la obligación de permanecer humillado si prefiere evitar las consecuencias penales. No quiero animar a nadie a que responda con la misma moneda ante bofetadas de sus compañeras. Ni mucho menos. Lo bochornoso es que un hombre vaya a la cárcel por un guantazo y una mujer no.
Este drama se completa con situaciones tan esperpénticas como el hacinamiento de todas y cada una de las prisiones en nuestra geografía, todas rebosando varones por encima de sus muros, a más del doble de su capacidad. No digo que una parte de estos reos no merezcan ese castigo, pero es evidente (apesta) que otros muchos están aquí por tener un músculo colgante bajo la pelvis. Hombres, la gran mayoría de ellos, ignorantes que confiaban en la justicia. Aquí, a la espera de juicio, vienen muchos en régimen preventivo acusados de maltrato por su pareja o expareja. Confían tanto en la Justicia que continuamente derrochan autosuficiencia con expresiones como: "Yo confío en la Justicia y, como no hay pruebas contra mí porque no he hecho ná, en cuanto sea mi juicio, el juez dirá que me vaya a mi casa". Y luego, viene la triste realidad. Ocho años, cinco años, nueve años, tres años, cuatro años.... en su casa, efectivamente. En esta, su nueva casa.
Los más importantes juristas, ya pronosticaron que la Ley de Violencia de Género iba a tener efectos devastadores. Pero entre la gente de a pié, desconocíamos que traería tantísisma miseria a las familias, a hombres, a segundas esposas, a niños, a madres... Ahora nos toca a nosotros tirar del carro para salir del atolladero.
Francisco Javier Pérez Muñoz
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