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Nieves Moreno Gallardo

Relato sobre ignorantes del amor

Por Francisco Javier Pérez Muñoz

Ignorantes he conocido varios. Uno de ellos fue "Güisni", un varón increiblemente ignorante, pues creía que, al igual que su corazón amaba y limpiamente, le amarían a él dentro de la linea de hombre de los que nacieron sin pan bajo el brazo. En cambio su corazón resultó traicionado y , más triste aún, encarcelado doblemente.

Güisni, con su filosofía procedente de su triste experiencia dejó escritas las circunstancias de los ignorantes que creen en el amor, con las supuestas patologías psiquiátricas que esta sociedad les atribuye. El hombre y sus circunstancias, esto es, de ser perfecto al principio a terminar siendo un ente anormal, calificación otorgada por el medio en el que termina desarrollándose y desenvolviendose. Abocaron a todos estos hombres al padecimiento de una vida diametralmente opuesta a la que considerábamos como normal. Pero para Güisni, el destino de su existencia en este mundo era vivir sus deseos y agotarlos en vida. Deseos en los que entraba la amistad, que Güisni consideraba aún más dificil y más rara que el amor. Por eso consideró que la amistad había que salvarla como fuese.

Ya se sabe que una teja arrojada a la testa no provoca precisamente risa, sino más bien sangre. No sé cuántos fueron los desafortunados que habitaron entre los muros de la cárcel por ignorantes, pero aquellos que allí andaban porque les había tocado la china, digo la teja, perdieron sus ganas de volver a creer en el amor. Protagonistas a la fuerza, por ignorantes, de una película de terror. Había hasta ancianos y enfermos. Enfermos aún más enfermos debido a su evidente obsesión esquezofrénica, aunque razonada, por abandonar aquellas mini-celdas de 2 x 4 metros. Güisni así lo hizo en sus sueños de una noche de verano. Como un gato en celo seducido por el plenilunio, paseó por los tejados de la cárcel sin temor a sus consecuencias. En su sueño divisó desde el tejado que los patios de la prisión rebosaban varones con la cabeza abierta de un tejazo, como un melón abierto, con sus rostros ensangrentados. Aquel era el filme presenciado por Güisni, aquel varón de rostro alargado y pensamientos difusos. Una película acerca del inframundo que vivimos del atropello y caza hacia el varón.

Durante aquella visión cenital, Güisni fue atrapado por cazadores de varones y devuelto de nuevo a su celda enrejada, con lo que se volvería más loco de lo que estaba. Se tapó los ojos para no ver aquella enorme luna, parecida a una bandeja de plata, por si acaso se desprendía del cielo ocasionándole un buen chichón que agravase la herida abierta en su cabeza.

El escrito y clérigo Robert Burton escribió: "Por nuestra ignorancia no sabemos las cosas. Por el error las sabemos mal"

Francisco Javier Pérez Muñoz

Por fin en libertad condicional

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