La violencia hembrista es todo tipo de violencia ejercida por una mujer contra el hombre por su condición de hombre. Esta violencia es consecuencia de la reciente situación de inferioridad jurídica del varón en el marco de la actual legislación que subordina al hombre y lo despoja de plenos derechos como persona (1). La violencia hembrista presenta numerosas facetas que van desde la discriminación y el menosprecio hasta las más graves como: - Agresión física o psicológica. - DENUNCIA FALSA. - Fraude parental. - Asesinato. Produciéndose en muy diferentes ámbitos (familiar, laboral, formativo,..), adquiere especial dramatismo en el ámbito de la pareja y doméstico, pues anualmente cientos de hombres son asesinados a manos de sus compañeras o excompañeras en diferentes países del mundo y, concretamente en el Estado Español, miles de ellos reciben denuncias falsas que llevan a prisión a muchos de ellos ya sea preventivamente o bien con condena firme.
La mujer que maltrata a su compañero o ex compañero (casi siempre psicológicamente), o que lo denuncia en falso, o que lo asesina en los casos más extremos, suele hacerlo porque es SU hombre, es decir, le pertenece para su conciencia primitiva.
El término adecuado es "violencia hembrista". Ya que lo contrario de machista no es feminista, sino hembrista. Lo feminista (el feminismo) es positivo. El hembrismo no. El problema aparece cuando los/as hembristas se apoderan de la ideología feminista para convertirse en lobby de poder y difundir su ideología totalitaria.
(1) Más coloquialmente también se denomina "violencia feminazi". En la Ley contra la Violencia de Género se juzga y condena el acto no de acuerdo a las acciones del propio sujeto actuante sino de acuerdo a su pertenencia a un sexo determinado. De esta manera el mismo hecho, exactamente el mismo, recibe distinto tratamiento judicial según quien lo cometa sea hombre o mujer. Pero resulta que ser hombre no es una acción del sujeto, nadie es hombre o mujer porque lo haya decidido, sino una mera casualidad biológica. Y es ahí donde la ley supera el concepto de agravante. Porque el agravante, como su propio nombre indica, marca una característica de la acción que podía haber sido evitada (nocturnidad, alevosía, premeditación o, para dar una idea, ser cónyuge), pero nadie puede evitar ser hombre o mujer. Así, la ley supera el campo que debe tener una ley en democracia, juzgar las acciones delictivas, para pasar a ser ley de un estado dictatorial: juzgar condiciones de nacimiento como hicieron las leyes nazis sobre los judíos. Y cuando se juzgan estas condiciones se juzga fuera de la democracia
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